Hay una sabiduría que no entra por los ojos ni por los oídos.
Una verdad que no se razona,
sino que se siente.
En la piel.
En el pulso.
En ese pequeño temblor que te atraviesa cuando algo es real.
Esa sabiduría vive en tu cuerpo.
Y aunque llevamos años entrenando la mente,
el cuerpo no miente.
Él sabe cuándo algo pesa,
cuándo algo aprieta,
cuándo una “sí” es en realidad un “no” disfrazado de deber.
Hoy quiero invitarte a practicar algo simple pero revolucionario:
escuchar tu cuerpo antes que tus pensamientos.
No para encontrar respuestas,
sino para volver a habitarte.
Para recordarte que no viniste a obedecer guiones ajenos,
sino a escribir el tuyo,
desde dentro.
Este es un ritual cotidiano:
Coloca una mano sobre tu corazón.
Otra sobre tu vientre.
Respira profundo y pregúntate:
¿Qué parte de mí está lista para hablar?
Y luego…
guarda silencio.
Deja que el cuerpo diga.
Este es el lenguaje del Diseño Vivo.
Un lenguaje que no se memoriza.
Se encarna.
Se recuerda con cada respiración lenta,
con cada vez que eliges no forzarte,
con cada paso que das al ritmo de tu energía, no de tu urgencia.
No estás sola.
Aquí estoy.
Escuchando también lo que mi cuerpo me dice.
Y escribiéndote desde ahí.
Con amor y verdad,
Dani